jueves, 8 de diciembre de 2011

Teporocho II

Cuando perdió la cuenta ya habían pasado 10 años y eso sucedió antes de las canas y la calvicie, ese tiempo tiene que su mundo se reduce a 10 metros de acera; de un extremo la licorería y del otro su caverna urbana. Cuando supera la inconsciencia, abandona su infecto rincón y va a tumbarse entre los pasos con prisa y dirección para que la providencia le mande un par de monedas, termina con alcohol en sus manos y los ojos hinchados, unas 20 horas después vuelve y espanta las moscas y ratas que usurpan su aposento.

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