Sentados frente a frente, uno de ellos tomó la botella de aguardiente y llenó el vaso del otro, este lo tomó con firmeza para disimular su miedo, lo hizo con tal fuerza que se derramaron unas gotas, no se atrevió a mirar al que estaba del otro lado de la mesa.
Y miró con desprecio al viejo tembloroso que no podía ocultar su temor, las gotas de aguardiente resbalando por su mano y su mirada esquiva le anticiparon su victoria definitiva, rebosante de una embriaguez egocéntrica por su superioridad ante su oponente, seguro de sí mismo llenó su vaso hasta el tope y dijo:
- Salud, antes que lo desperdicies todo...- dijo.
- Salud, por los viejos tiempos – respondió el viejo con firmeza.
- ¡Por el recuerdo del olvido! - y alzó su vaso, todos los presentes en el bar lo miraron de reojo.
- Tú también morirás
- Pero no hoy
- No si no me matas…
Ese día mató a su demonio, lo sacaron en una bolsa de plástico negra.
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